Cuando hablamos de leyendas del fútbol nos vienen a la cabeza grandes peloteros de la talla de Di Stéfano, Cruyff o Maradona, cayendo en el error de olvidar a los auténticamente grandes. Esos jugadores que vivían a espaldas de los llamados 'cracks' y que hacían la labor más oscura en el terreno de juego.
Hoy nos disponemos a hablar de un gran deportista, ganador de la Champions League (¿que cómo?. No lo sé). No cabe duda que hablamos de un jugador único. Este hombre marcó una época entre su generación (que no goles) y jugó en los clubes más importantes de Europa.
Comenzó su carrera profesional en clubes menores de la Eredivise holandesa, hasta que llegó la llamada del Ajax de Amsterdam de Louis Van Gaal (Louis para los amigos). Aquí empezó a despuntar y logró dos ligas consecutivas y la Champions conquistada ante el Milán. Precisamente este club llamó a su puerta y se hizo con sus servicios. Las expectativas de este club italiano con este 'holandés errante' eran mayúsculas, todo un motor de centro del campo. Bogarde no defraudó. Su saldo: 3 partidos disputados. Esto llamó mucho la atención de otro gran club de Europa, el F.C. Barcelona, que no dudó en contratarlo, motivado también por el ansia de carne holandesa que el club catalán había adquirido a finales de los '90.
Entonces llegó el punto álgido de la carrera de Winston Bogarde: Verano de 1998, su mano derecha estampa su firma (en perfecta caligrafía) en el contrato millonario ofertado por el Barça. Toda Holanda lloró de emoción.
Su etapa culé duró hasta el año 2000, cuando el Chelsea se lo arrebató al Barcelona vilmente con una oferta mucho menor que la que firmó con los catalanes. Cuentan que allí se hinchó a Fish and Chips.
En 2005 llegó la conmoción. Toda Europa no se lo creía. Winston Bogarde colgaba las botas. Terminaba así una carrera que no supo de bajones. Todo fueron grandes éxitos para el gran abanderado de los jugones.
Foto: Reuters, Bogarde and friends.
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